¿Desde cuándo comenzó a sospechar que usted era zombie?

10/5/11

Siempre me he sentido atormentada, culpable, por no ir a misa, por no practicar mi religión como debiera y de verdad, siempre he querido acercarme más a la iglesia, pero no sé, siempre hay algo qué hacer, o me siento decepcionada de que todo haya sido corrompido.
Siempre con la creencia de que mis oraciones nocturnas y mi fé bastarían para encontrar mi paz, pero no es cierto. Tonta de mí que a veces siento que hablar de mis creencias me vuelve débil, vulnerable.
El sábado pasado una amiga mía me pidió que la acompañara a orar, a una hora santa y sin pensarlo dije que sí.
Desde que llegué me sentí muy bien, nos recibió un hermano (no sé de qué orden, yo estoy mensa para eso) con una sonrisota, nos saludó con mucho gusto y entramos al templo y como siempre no sabía qué hacer.
Pero la música, era tan bonita, las lecturas, las voces... comencé a sentirme muy tranquila y relajada y comencé a orar, primero pedí disculpas por no haber ido a la iglesia en mucho tiempo, pedí por mi amiga, pobrecita, llevándome ahí y yo tan "salvaje" por llamarlo de algún modo y así me fui pidiendo por todos, agradeciendo todo lo bueno en mi vida.
Cuando empezaron a rezarle a la virgen comencé a recordar todo el asunto de mi asalto. Al principio quedé muy asustada y cuando tenía que ir sola a algún lado, repetía mil veces en mi cabeza: "Jesús no me dejes sola, Madre Mía acompáñame"
Recordé también como mi último día en Brno me dieron muchas ganas de ir a misa, a agradecer lo bien que habían salido las cosas después de todo. Está de más decir que no entendía palabra alguna, lo bueno es que las misas son iguales en todos lados, así que sabía qué hacer y qué rezar.
Entonces sin querer comencé a hacerme la misma pregunta una y otra vez: Porqué a mí.
Era necesario tanto sufrimiento, tanta angustia, tanto miedo, no solamente mío, sino también de mi familia, de mis amigos.
Porqué.
Para qué.
Y al final nos pidieron que tomáramos de unas canastitas "perlas del evangelio" y mi papelito decía: "Es necesario que Él crezca y que yo disminuya".
Ahí si no aguanté y lloré.
Volví a orar un ratito, pedí por todos nuevamente y al salir, me sentía muy tranquila, con mucha paz y escuché a alguien decirle a mi amiga algo muy bonito: Quédate con esta paz, que es tuya y nadie, pero nadie puede quitártela.
Ojalá esta vez sí lo cumpla y de perdido vaya más seguido a misa.

3 comentarios:

  1. Fíjate que yo también tengo ganas de ir a la iglesia. Como cuando iba con mi abuelita a San Francisco, que le tocaba cuidar el templo, el día 13 del mes...

    ResponderEliminar
  2. =,> Bendito buda que no deja que cristo se meta acá... a no no, eso no.

    Yo también me siento así... a ver cuándo vamos a misa!

    ResponderEliminar
  3. La congregación se llama San Juan, el ranchito esta en Los Valdés (entras por plomex) y el grupo de oracion se llama Sión , se juntan los sabados a las 7:30 de la tarde... amo!!! LILI

    ResponderEliminar