Y sí, se metió en mi cama, me dijo que era hermosa, hablaba del rojo de mi cabello y la blancura de mi piel.
Quiso contar mis pecas mientras dormía, se rindió y decidió cantarme al amanecer.
Sansón tenía que irse, antes que lo destruyera, yo era su Dalila y rompió el juramento nazareo al estar conmigo, mujer extranjera.
De todas formas fuimos olvidados por los libros de historia y la Biblia no nos menciona, ni siquiera una vez...